domingo, 13 de marzo de 2011

¿Bombardear a Gadafi?

yo tampoco lo veo claro. El hermetismo de la Libia anterior a esto lo ha hecho sustancialmente diferente a lo vivido en Túnez y en Egipto. No sabemos mucho de la realidad allí. Es un país inmenso, fundamentalmente desértico y despoblado. Solo la franja costera alberga a sus 6,5 millones de habitantes, casi dos de ellos en la capital. Pues bien, parece que empezaron a haber manifestaciones y se desencadenó una represión brutal. La diferencia para mí es que el régimen actuó militarmente, y que la oposición también se dejó llevar a ese campo. Ahora hay (quiera que no) dos legitimidades.

Las llamadas a derrocar a Gadafi son un tanto intervencionistas. Otra gente llama a suministrar armas a los opositores. Lo de la exclusión aérea suena razonable. No tengo nada claro que haya que bombardear tanto ni que sea tan riesgoso para la población civil. Creo que más que nada nuestro occidente está noqueado y no sabemos ya por donde nos vienen las sorpresas. No tenemos discurso, ni hacia dentro ni hacia fuera.

Me gustaría más una vía no-violenta. ¿Pero cómo? Quizás investigando esos flujos de dinero y las conexiones energéticas. Si estamos sufragando al régimen, ¿cómo hablar de bombardearles? Mirarnos en el espejo del norte de áfrica es (imagino) un ejercicio doloroso. Ahí está también Argelia, que es una casilla próxima de este juego de la oca. Nuestra energía y nuestras propias oligarquías. A ver que pasa.

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