sábado, 14 de septiembre de 2013

Una canción de frío y fuego

El 31 de Julio de 1963, José Espada Platero pide licencia para un asador de pollos en la malagueña calle de San Juan. La frutería en la que vende con su madre la cambia a algo nuevo. El olor del pollo asado atrapa a paseantes y sus pechugas y muslos son devorados sin reparo a comer con las manos.
El frío industrial consigue que camiones de cuerpos de animales muertos en el periodo de decenas de horas transiten desde granjas a matadero, a básculas, eviscerado y asado. De ahí a la olla o al plato dando a veces la oportunidad a no tener que cocinar a quienes muchas veces tenían dedicación plena a la casa.
La ciudad va viendo como llegan suecas, músicas, franquicias, leyes y ferias. La provincia sigue bajando a la capital a hacer papeles, al hospital, a comprar algo. Traen algo, se llevan algo. Y también se va y se viene. Se reusan hueveras y bolsas. Cajas y envases. Se recicla.
En cada momento hay alguien ahí. Durante cincuenta años ya. Las personas que aportan su fuerza de trabajo son asalariadas, tienen vacaciones, se jubilan. Y de mientras se hacen cenas. Cenas de empresa, de cuando en cuando. Esta noche hay una. Gracias por todo.

(leído por el 50 aniversario de Pollos San Juan Malaga)


Foto: Pilar Espada

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